18.7.14

Convocatoria a la Sangre

Me adentro en el universo astral que el Poeta materializa con su palabra. Me uno en maridaje con su metáfora hasta comprender apenas un átomo de la realidad infinita que pronuncia. Solo entonces ¡puedo verlo! Ahí mismo donde antes no veía nada más que una imagen sobre la página. 


          En el espacio sin deterioro, sobre las hojas de almanaques y relojes pulverizados, celebra su ritual el sempiterno daimón del Poeta.
Se escucha su pisada haciendo retumbar la tierra hasta los confines. Es un latido que vibra como la voz, como el tambor, como la tropa. Con poderosa fuerza toca en el parche del sueño.
Llama el numen del Poeta y la sangre escucha. Invoca discípulos con la rosa de los vientos en mano, sin reparar en lejanías, miedos o patrañas.
Llama a la raza de los escritores y ellos perciben por instinto las señales inquietantes, ondas vibrantes que atraviesan el éter como voces submarinas de cetáceos.
Su salvaje canto invoca el poder del cosmos, que no alardea de supremo y le obedece.
Los hábiles guerreros de la pluma van llegando con movimientos de espectros vacilantes, al punto que avistaron desde lejos: el fuego bajo el árbol magno.  
La figura del artífice sanador se insinúa en el humo, al trasluz de la luna, haciéndose visible a sus estrechas miradas. Los necesita fuertes, nuevos. Como chamán curador de sociedades, conjura los serpentinos maleficios de la arrogancia, hasta que los imberbes de la Letra exudan con ácidos hedores, toda la ignorancia. Al fin, los libera.
Uno tras otro se irguen entre las sábanas de Psiquis. Sumidos  en humillación, palpan la desnudez con que fueron recreados. Como adanes y evas soportan el mito desgarrador de haber sido arrojados para siempre del edén de la tribuna.
¿Dónde probará dotes el intelecto? –inquieren, desolados. ¿Quién recogerá las babas cuando suene el batir de palmas?
Con rugido de león, el Poeta les advierte que solo ganarán la inspiración con humildad visceral, con  manos modestas, sucias de rasguñar pieles y barnices.
¡Buscad el material en el alma del mundo! –ordena, y ante los ojos azorados de los razonantes, se abre, cual visión de profetas, el meollo de la civilización.
¡Allí! ¡Allí adentro! – les indica. En el corazón de la caldera donde todos los pecados se cuecen. Donde se confina a los honestos. Donde cumplen pena los atrevidos. ¡Allí!  En el magma astral del orbe, del que no deben ser quitados, pero al que ya no pertenecen.  Allí deben pisar sin quemarse y pernoctar sin pervertirse. Allí, tienen que destilar las preguntas puras, descifrar los anhelos, asistir a las agonías, descubrir la bisagra entre la caída y la gloria.
¡Ahí!- clama bravío, induciéndolos a arrojarse en la luz desintegradora- ¡En el revés de la urdimbre, en el reflejo móvil de la obviedad!
Espantados, aceptan que no habrá misericordia.
Tendrán que regresar a arar la dura evidencia, a sudar las frentes iluminadas por el empeño de amar “¡A como sea!” 
En bandadas se arrojan al gineceo alquímico para emerger áureos, creadores de la palabra nueva, del idioma a-pronunciado que trasciende distancias, tiempos y materias.
Entonces el Daimón sopla, enviándolos a cumplir con la misión irrevocable: ¡resucitar el espíritu!


Publicado en la Antología Cuentos y Relatos S.A.D.E. Tomo II, para la 40° Feria del Libro de Buenos Aires, 2014.

 

2 comentarios:

  1. ¡Bellísimo! Decir algo mas sería solo agregar palabras...

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  2. Valoro mucho tu gesto de obsequiar unas palabras. Gracias...

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