14.7.14

Lírica

Internación

Me detengo en la rotura del tejido grisáceo.
Reparo en el quejido de la nave en penumbra.
El silencio sospecha que detrás del tabique
las cosas son como todos los días.

Pasan como un río bullendo
los chicos, los  autos,
los vendedores y las bicicletas.
Entienden pero no saben.
Imaginan pero no observan.
(Igual que nosotros antes de ahora).

Los que estamos en el susurrante
fraseo doliente de la espera
comprendemos que deben ignorarnos.
Es demasiado el peso del sufrimiento ajeno.

Cables rotos, una gotera,
un desagüe perdiendo sin remedio
son el fondo de la escena con vestuario descartable.
Estoy lista para derrotar gérmenes y pathos
en sangrienta batalla librada en la propia arteria.

Hasta que cruza veloz
el ínfimo pensamiento, el repudiado.
El que detona la angustia,
de la carne blanda, de papel,
la mortal.
Barajo una posibilidad entre mil
de que me vaya por el agujero del tejido grisáceo.
En ayunas y recién bañada.

Pero me tocan con ternura
tus manos que salvan.
Andrógina criatura de guardapolvo azul.
Tu rostro no necesita voz.
Es pura mirada en esta frontera.

¿Quién necesita más que tu mirada teresiana?

2 comentarios: